viernes, marzo 20, 2009

LUZ Y SOMBRA DEL ANTI-TEATRO

Primera entrega

¿QUÉ ES LA VANGUARDIA?

¿Qué es la vanguardia? Vanguardia; he aquí una palabra de metáfora militar que, según el diccionario "Sopena", significa: "Fuerza armada, que va delante del cuerpo principal... A la vanguardia, a la cabeza, en el punto más avanzado, delante de todos los demás", palabra que aplica desde hace unas décadas a las artes, hemos tomado la mala costumbre de darle, o bien un significado demasiado estrecho, o demasiado amplio, o simplemente usarla sin ton ni son, como lo hacemos con las expresiones "Psico", "acá", y tantas otras que constantemente surgen y anegan el mercado de consumo lingüístico.

¿Qué es la vanguardia? Pedro Barceló, en su introducción al "Teatro de vanguardia" (edición Aguilar) le da la interpretación siguiente: "La del teatro que siempre, de manera constante y persistente, pugna por buscar nuevas salidas, derroteros nuevos y que halla una manifestación cuantitativa y paralela en el tiempo a partir de 1950."

Ciertamente, se llegó a llamar de manera más concreta "Teatro de vanguardia" al movimiento teatral renovador en Francia, que con el tiempo se fue desglosando bajo las designaciones de "El teatro del absurdo", el "Anti-Teatro" y bajo la designación colectiva que eligió Geneviéve Serreau para un libro sobre el mismo tema: "Nouveau-théatre", es decir, "Teatro Nuevo".

Vanguardia, palabra ambigua, como el campo que trata de designar, intemporal, contribuye desde hace años, a los peores engaños del lenguaje, a los más tenaces equívocos. Parece haber estado de moda en tiempos de Baudelaire, que se burlaba de ella. Es un término que "Kafka no hubiera pronunciado jamás, ni tampoco Proust, Faulkner, Brecht o Beckett". (Citado según el libro de Geneviéve Serreau Nouveau-théatre.)

En realidad nada más absurdo que designar --ya que no se puede considerar-- como teatro de "vanguardia" a una determinada tendencia. Teatro de vanguardia, arte de vanguardia, siempre ha existido, desde que el mundo es mundo. Renovación, innovación o revolución, destrucción de viejas formas para reemplazarlas con nuevas o que una generación cree, o supone nuevas. Porque todas las vanguardias de ayer, son hoy retaguardias, y las de hoy, serán retaguardias mañana. Decía de Picasso un joven pintor: "A mi, este vejestorio ya no me interesa." Tal es el destino de todas las revoluciones, artísticas o no, de todas las audacias: envejecen. O bien, se tornan clásicas con el tiempo, si tienen auténticos valores, o bien, se pierden en el tiempo si sus valores fueron simplemente los de una llamarada de petate, un oropel de falso brillo.

Las vanguardias siempre han existido. Fue vanguardista Eurípides en comparación con Sófocles, y éste comparado con Esquilo. Fue un rebelde Cornielle, que se alzó contra las leyes de la academia de su tiempo. Fueron renovadores los escritores de la época isabelina, quienes los primeros, crearon la auténtica tragedia histórica inspirándose en las crónicas, en lugar de la mitología. Y, sobre todo, ¿quienes más rebeldes que los románticos que arrasaron con todas las leyes del clasisismo? Cuando se presentó Hernani, de Victor Hugo, en 1830, un crítico del antiguo régimen, un aristócrata, el Baron Vinnet, escribió: "Si en la época del buen gusto, se hubiese presentado semejante tejido de absurdos, de tonterías, de ineptitudes, y de imposibles, todos los silbatos de París se hubieran desatado, desencadenado..." Nos parece escuchar algunos críticos hogareños al aparecer por primera vez en México Ionesco, Beckett, Alexandro Jodorowsky o Julio Castillo.

Pero, si nos referimos al movimiento específico denominado "Teatro de vanguardia" que abarca autores como Ionesco, Beckett, Genet, Adamov, Shehadé, Arrabal, Boris Vian, Gunter Grass, y numerosos dramaturgos de menos cuantía, éste nació en 1950, en la orilla izquierda del Sena, en teatros laboratorios, cuyo punto de partida fue La cantante calva, primera obra de Ionesco, estrenada en París el 11 de mayo de 1950. Este teatro de vanguardia, Ionesco lo definió como "...un teatro al margen del oficial, que parece tener por su expresividad y su búsqueda, por su dificultad, una exigencia superior... El arte verdadero llamado de vanguardia o revolucionario es aquel que se opone audazmente a su tiempo, revelándose como inactual. En su anhelo de ser inactual, encuentra ese fondo común universal... y, siendo universal, puede ser considerado como clásico..."

Según se puede deducir, Ionesco, a la teoría positivista (y marxista) de que el arte es expresión de su tiempo, enfrenta a la de arte en oposición a su tiempo,, la de arte inactual. En otra parte, para analizar la palabra revolucionario según se usa, dice lo siguiente: "El realismo... se halla más allá de la realidad. La constriñe, la atenúa, la falsea, no toma en cuenta nuestros anhelos y obsesiones fundamentales; el amor, la muerte, el asombro... Nuestra verdad está en nuestros sueños, en la imaginación... Revolucionario es el soñador, el pensador, el sabio; es él quien intenta cambiar el mundo..."

Mas, ¿El representante del arte vanguardista, es siempre un revolucionario, o a menudo --más que a menudo-- simplemente un revoltoso? ¿Es siempre inactual, o al contrario, se pone con frecuencia al último grito de la actualidad? ¿Es siempre moderno, o sólo a la moda?

Por otra parte, Antonin Artaud, es uno de los precursores de la vanguardia actual, de quien los vanguardistas se consideran herederos, escribió en 1933: "Queremos hacer del teatro una realidad en que se pueda creer y que tenga para el corazón y los sentidos esa especie de dentellada concreta que lleva consigo toda sensación de verdad." La verdad a la que se refiere Artaud es una completamente distinta a la verdad que persiguen los realistas. Para un materialista, la verdad es el objeto que existe, que él puede ver, tocar; para el idealista, la verdad es la que él imagina. De ahí, dos verdades en completa oposición. Eso nos prueba cuan pobre vehículo del pensamiento es la palabra, y cuanta razón tiene Ionesco de burlarse del lenguaje.

Una explicación de la verdad perseguida por los vanguardistas, la pueden dar tal vez las palabras escritas por Nathalie Sarraute, una de los jefes de fila de "Nouveau Roman".

"Me parece que existen para los escritores dos clases de realidades: existe en primer término, la realidad en la que vive, la que todo el mundo ve, que es posible percibir desde el primer golpe de vista, una realidad que cualquiera puede ver, si se encuentra ante ella, una realidad conocida o susceptible de serlo fácilmente: Una realidad que ya fue estudiada, reproducida, expresada múltiples veces en forma desde mucho tiempo conocida y utilizada.

"Esta realidad pertenece al dominio del periodista, resalta en el documento y el reportaje. No pertenece al dominio al que entrega sus fuerzas creadoras el novelista. La realidad del novelista es la que aun permanece desconocida, la que aun es invisible y por lo mismo no puede expresarse en formas ya utilizadas y conocidas, y que exige la creación de nuevos modos de expresión, de nuevas formas. Paul Klee escribió: 'El arte no restituye lo visible, sino que vuelve visible.'

"Lo invisible que el arte torna visible, ¿qué es? Es algo muy difícil de expresar, de definir. Es algo hecho de elementos dispares, que adivinamos, que presentimos muy vagamente, de elementos amorfos que yacen privados de existencia, recubiertos por el velo espeso de lo visible, de lo ya conocido, de lo ya expresado. Estos elementos, el artista los desprende, los reune, los construye en un modelo, que es la obra misma..."

Todos los conceptos vertidos por Nathalie Serraute, acerca de la "Novela Nueva", los podemos aplicar, tanto en conjunto como separadamente, a cada representante del "Anti-teatro". Mas, si bien se mira esas realidades de las que habla la autora francesa, no son tan misteriosas, ni yacen tan profundamente enterradas en los bajos fondos de las realidades conocidas. Más bien las realidades empleadas por la vanguardia son cotidianas, cubiertas por el espeso velo de un lenguaje hermético y misterioso.

El "Nuevo Realismo" que reivindica el "Teatro Nuevo", más que a la novedad de sus verdades, se puede referir a la novedad de sus expresiones, a la novedad de su lenguaje.

En cuanto a la aseveración ionesquiana de "vanguardia igual a clasisismo", no es tan paradojal como parece. Ya lo hemos dicho con anterioridad. Todas las vanguardias se transforman en retaguardias, o lo que viene a ser lo mismo, en clásicos si tiene valores eternos, permanentes, o dicho en otras palabras, todos los clasisismos, en su tiempo fueron vanguardias.

Hoy, es aun prematuro aseverar si la vanguardia actual es o será aceptada como un clásico, si permanecerá en el campo de lo eterno, aunque ya traspasó el límite de lo rebelde y se transformó en oficial. Hoy, a muchos años de su aparición, es aun prematuro decir si la vanguardia actual ha traspasado ya los límites de lo efímero o es sólo un camino de transición hacia nuevas búsquedas.

Otra aseveración de la "vanguardia" actual es la de que "Teatro y cine tienen la función concreta de molestar al público, hasta lograr una experiencia verdaderamente dolorosa..." Este concepto a su vez, dio lugar a una modalidad teatral llamada "Teatro de la crueldad" y aquí nos volvemos a encontrar con unas graves fallas. En lugar de molestar al público por el tema, por los hechos, por el conflicto, es decir, por el contenido de la obra, se le molesta deliberada y gratuitamente por la manera de presentar un hecho que al público a menudo no le importa en absoluto. Es decir, si queremos indignar al público,es por algo concreto, indignarlo ante la guerra, por las injusticias, las crueldades, las actitudes inhumanas de la gente y de las sociedades existentes, por la soledad del hombre, por su incomunicación; pues, en lugar de esto, los indignamos contra una manera de hablar tan incomprensiva que deja sentir a cada asistente en la sala que es un imbécil. De esta manera transformamos a cada espectador en enemigo del teatro que está viendo, y más aun, le estamos demostrando que este teatro es su enemigo ya que lo considera un estúpido y se está burlando de él.

Pero hay algo peor: el "Teatro de la crueldad" ha transformado la crueldad en un sistema estético y en lugar de despertar la indignación contra la crueldad de un estado de cosas, de un estado de alma, trata de despertar la admiración por la crueldad de ciertos procedimientos estéticos: por ejemplo, el de azotar a un actor semidesnudo a la vista del público hasta que se le suelte sangre de la nariz, como lo hace Grotowsky. Es una cosa extraña, nos reímos de los métodos naturalistas de un Stanislavsky o de un Antonine, en cambio nos relamemos ante los excesos naturalistas de un Grotowsky o de una película como La escalera que despierta en nosotros los peores instintos sádicos y morbosos.

Otra tendencia que encontramos más o menos generalizada en el "Teatro de Vanguardia" --aunque se llega a la conclusión de que cada autor de esta tendencia es un mundo aparte-- es la inclinación al "humor negro", lo que muy a menudo se explica. Dürrenmatt, que personalmente no pertenece al "Teatro del Absurdo", aunque su teatro no deja de ser también de vanguardia, ha dicho en su libro Problemas Teatrales: "Ya sólo puede con nosotros la risa... la comedia." Quizá la palabra comedia sea excesiva, pero risa, una risa dolorosa, cruel, negra, ésa es la palabra más apropiada, o bien comedia caricaturesca, que ridiculiza, deforma, destroza y desmorona todo a golpes de risa cruel, a golpes de humor negro, ya que sólo la comedia de las víctimas, una trágica comedia de un submundo de la víctimas puede crecer como un hongo parasitario sobre las ruinas de nuestro mundo destrozado y renaciente constantemente de las cenizas, del siglo XX.

Más aun, para reír la vanguardia se ha inspirado en la comedia de los cómicos de la pantalla tales como Chaplin, los Hermanos Marx o Buster Keaton, y en lugar de emplear a esos personajes, con el "non-sense" de su lenguaje, con sus incongruencias e infortunios físicos, para crear historias ligeras, con cierto modo inocentes, la vanguardia los emplea en crear narraciones teatrales cargadas de dramaticidad, y hasta de sentido trágico.

Dürrenmatt adjudica el hecho de que "Ya sólo puede con nosotros la comedia..." de que ya no podemos alcanzar la tragedia en el escenario, porque "los supuestos de la tragedia son culpa, penuria, clara visión y responsabilidad..." Es decir que la tragedia exige al héroe la exaltación individual del personaje, en cambio, continúa Dürrenmatt: "En el atolondramiento de nuestro siglo, en esa liquidación de la raza blanca, no hay más culpables, ni más responsables... Nadie tiene la culpa y nadie lo ha querido... Estamos demasiado colectivamente sumidos en los pecados de nuestros padres y nuestros abuelos... El Estado moderno se ha vuelto inabarcable, burocrático y anónimo... Las grandes acciones de Estado de hoy, son tardíos juegos de sátiros que siguen a las tragedias que se han desarrollado calladamente... Faltan los representantes verdaderos y los héroes trágicos no tienen nombre..." "La tragedia presupone un mundo formado. La comedia presupone un mundo informe en cierne, en estado de liar los bártulos, como el nuestro..."
Ciertamente, para la creación de la tragedia falta el elemento primordial, en héroe y en su lugar, nuestra ha creado el submundo de las víctimas. Pero hay un elemento más que dificulta la creación dramática en nuestro tiempo, es --creo-- la exacerbante intencidad de los acontesimientos, verbi gracia, para reflejar la tragedia infinita de la última guerra, se hace necesario llegar a tales extremos, a tales demostraciones de horrores y brutalidades, a tales desmanes, que se arriesga caer en la caricatura, en el melodrama, en el gran guiñol. se corre el peligro de inhibir y exasperar cualquier sensibilidad. Por lo mismo, se trata de llegar al drama por intermedio de la comedia, se trata de representar la tragedia de la era moderna por medio de símbolos; se trata de reír, para no llorar a gritos, para no llorar hasta los aullidos.
Otra de las tendencias de la vanguardia es el juego, el rito, que sobre todo encontramos en Genet, en Arrabal y también en el relevo, Como Lilian Atlan o To Stoppard, el teatro dentro del teatro. Esa tendencia a lo ritual, a considerar el teatro como un rito ha encontrado otras tendencias en la actualidad, como la que consiste en la reunión de un grupo de actores en la escena, que a la vista del público empieza a improvisar sus actuaciones, caen en trance, al estilo de las ceremonias vudú; gritan, se retuercen, se vuelven histéricos, gritan reclamaciones políticas, se arrancan la ropa, pronuncian discursos innovadores, o que ellos creen innovadores. Todo ello, ni desde el punto de vista mesiánico, ni desde el punto de vista artístico tiene importancia alguna. Después de dos o tres improvisaciones semejantes, el juego se repite hasta el aburrimiento, hasta el cansancio y la monotonía. El arte es forzosamente disciplina y no improvisación.
En resumen:
1.- Teatro de vanguardia, del absurdo, o Nouveau Théatre, es un movimiento teatral renovador que nació en Francia, en la orilla izquierda del Sena, en teatros laboratorios, hace muchos años y su primera manifestación fue el estreno de La cantante calva, la primera obra de Ionesco, estrenada el 11 de mayo de 1950.
2.- Este teatro se propone --según anotaciones del mismo Ionesco-- la oposición a su tiempo,enfrentando a la teoría positivista y marxista de "Teatro expresión de su tiempo"
3.- Teatro que expresa verdades universales, es decir, eternas.
4.- Tiende a molestar, a irritar, a indignar al público. Es decir, lo transforma en enemigo.
5.- Tiende al humor negro.
6.- Tiende a transformar al espectáculo en un rito, en una ceremonia ritual, lo que encontramos con frecuencia en Genet.
7.- El Teatro del Absurdo, aunque ninguno de sus componentes sea filósofo, no obstante se inspira en la filosofía de Sartre y en la visión del mundo de Kafka.
8.- El teatro de vanguardia trata de acabar con la psicología, que según Artaud: "se encarniza en reducir lo desconocido a lo conocido"
9.- Otra de sus tendencias es: "Acabar con los encajes del diálogo, y de la intriga"
Según estas teorías, pareciera que la vanguardia no sólo trata de acabar con el teatro oficial, sino con el teatro en general. Podría decirse de este teatro lo que se puede aseverar de la Nueva Novela, que en lugar de buscar un acuerdo entre todos sus componentes, un acuerdo imposible, ha demostrado sobre todo el deseo común de destrozar las estructuras de la ficción tradicional, del teatro tradicional, denunciándolas como "ilusiones teatrales", contra las que empezó a alzarse Brecht, pero sin llegar a los extremos del Anti-Teatro