sábado, septiembre 23, 2006

En mi cumpleaños

Cumplir años no tiene nada de raro. Digo, a todos nos pasa. Algunos cumplen muchos, otros pocos, otros muchos pero dicen que pocos, otros no dicen que cumplen, otros si dicen que cumplen, pero no cuantos cumplen y otros cumplen siempre la misma edad. Yo, el pasado 19 de septiembre cumplí 37 años de enfiestada existencia, y en realidad no pasó nada del otro mundo, mas nunca había experimentado un cumpleaños como este.

Aquí va la historia:

Primero, el día 17, como a las tres de la madrugada, me llamaron Laura Matus y Mario Martínez, etílica y envidiablemente confundidos, para desearme felicidades por mi cumpleaños. Evidentemente, no los saqué de su error y recibí de muy buena gana la muestra de afecto.

El día 18, transcurrió como cualquier otro, trabajando y, como es costumbre, en la oficina nos quedamos hasta muy, muy tarde. Como a las siete nos pusimos a escribir los discursos que Gobergeño diría al día siguiente; escribimos, discutimos, bromeamos; escribimos, discutimos, bromeamos; escribimos, discutimos, bromeamos; escribimos, discutimos, bromeamos y nos dieron las diez y las once y las doce y la una y las dos y poquito antes de las tres de la madrugada... Carlos Rodríguez, un compañero de trabajo que apenas conozco, comenzó a cantar las mañanitas.

¿Y que tiene eso de especial dirán ustedes?.

En realidad, nada, sólo que si Carlos no entona tan original melodía, ni a Rafa Baca, ni a Juan Dragus, ni a Sergio de la Rosa, ni a la mismísima Claudia Sorais y ni a mi mismo, nos hubiera caído el veinte de que ya llevaba dos horas de haber entrado a los 37. Esto no habla mal de nuestra amistad, ni pone en evidencia el Alzheimer colectivo, característico de muchos de mis más allegados amigos. No. Esto en realidad pone de manifiesto lo a gusto que nos la pasamos en el trabajo y lo bien que nos llevamos en una oficina gubernamental que se sale del esquema, pues lo que menos padece es la burocracia, y, por raro que esto pueda sonar ¡NO HAY GRILLAS!.

En fin, después de las consabidas mañanitas y abrazos, no pasó nada espectacular, terminamos el discurso y como siempre, Sorais me dejó en mi jaula. Al día siguiente, otra vez don Alzh se apoderó de mí, cuando desperté no recordaba la importancia de la fecha, ¿COMO PUDE OLVIDAR DOS VECES EL DÍA EN QUE COMENZÓ LA HISTORIA MODERNA?, es un misterio, sobre todo si se tiene en cuenta lo mucho que me apapacho, me amo y lo bien que me caigo. Minutos después mis hijos despertaron y ni en cuenta, nos bañamos, vestimos etc., hasta que me llamó Chukcy, amigazo del alma, me felicitó y me hizo reaccionar. Tras de él llegaron una cantidad increíble de mensajes, correos electrónicos y llamadas; mismos que, valiéndome madre si se aburren o no, voy a citar uno a uno, en respuesta a tantísimo cariño recibido:

Me mandaron mensajes Teche, soporte y motor, Copetín, amigo de tantos años y tantas aventuras, mi madre, que puedo decir, amor, apoyo y empuje, Dany Romero, camarada, reflejo y compañera de pasiones, José Luis López (la cochi roli), amigo incomparable e imprescindible en mis recuerdos, mi compadre Joaquín (fundillín), hermano mío, su esposa y sus hermosos hijos, y la Gala, chulada de vieja que tanto extraño. Me llegaron correos de Blanca, muy querida pero inconveniente amiga, Fernanda, amiga tan querida que soy capaz de ir al DF nomás pa'verla, Eneyda, tantas veces recordada, y mi maravillosa hermana Aída, madre, hermana, amiga y cómplice, Marisol, adorada pero está cabrón que la vea porque se fue a Francia y desde allá me llamó, Lorena Illoldi, la inigualable y entrañable, Gibrán, amigo a quién agradeceré eternamente su sabiduría, bondad y lealtad, Daniel Balcazar, niño malo de gran corazón, Lily, tan cercana y tan llena de luz, Lineth, amiga para siempre, Belem Peña, Amigo apapachón y cariñoso, Claudia Sorais, compañera de trabajo y desmadre, mi otra vieja y redescubierta amiga, y, casi terminando el día, Leopy, aliado, verdadero amigo y muchas veces maestro.

También recibí felicitaciones de Jo. que me cae conmadre, y de la Hechicera de guanatos, de quien soy cómplice a distancia y sin conocerla ni en foto, pero si es amiga de la Cotidiana, pos no hay tos.

Para cerrar con broche de oro, sólo me faltaron las llamadas de mis hermanos Ricardo y Flora, pero no es relevante, sé que me aman con behemencia.

Bueno, después de navegar por este río de sentimentalismos... narraré mi día.

Almorcé con mi Teche y mis amadísimos hijos Rodolfo y Ximena, unas deliciosa migadas de Nacho Padilla, de allí me fui a la oficina, donde Dulce, Sergio, Juan, Elvia, los Rafas, Alexei y demás compañeros, me compraron un pastel, que comimos a toda prisa pues había mucho trabajo.

Dando las cuatro de la tarde, me fui a cortar el pelo, después de muchos, en verdad muchos años de no hacerlo. El cabello me llegaba hasta la cintura y en verdad lo amaba, sin embargo, las razones para cortarlo son muy prometedoras. El corte fue todo un evento, al que asistieron varias personas, Lorena Illoldi, Teche y Ximena, Copetín, Lyli y Claudia Sorais, quienes tomaron fotos y video de tan memorable acontecimiento. Maldita sea, sin mi greña, jotear nunca volverá a ser lo mismo. Con el pelo corto soy un hombre nuevo, lo malo es que a este que ahora soy, también le encanta el pedo. Una vez consumada la masacre capilar, regresé al trabajo a seguir con la chinga, y ésta fue tanta, que la raza me organizó una fiesta en la "Alianza Francesa" en la que comieron y se emborracharon sin mí, pues yo no pude ir por tanto jale. Sólo me escapé diez minutos para saludar y regresé a chingarle. Salí como a las 2:30 a.m. y Claudia me invitó un caguamón que nos bebimos felizmente en mi casa.

Así transcurrió mi cumpleaños número 37, rarísimo para mi. Sin grandes festejos, sin cantidades exorbitantes de cerveza, con el pelo corto y sobre todo ¡TRABAJANDO!, e increíblemente feliz.

Aportación a la sociedad: El día de ayer, en el Congreso del Estado, el diputado perredista Julio César Infante, hizo un enérgico llamado a las autoridaes, pues "existen muchos policías y funcionarios caídos en el cumplimiento de su deber, y el gobierno no hace nada para ayudar a los muertos que fallecieron". Me uno a tan genuina indignación y agrego que también habría que velar por los intereses de los cadáveres difuntitos que pasaron a mejor vida.


2 comentarios:

Nana dijo...

pos qué fortuna mi musical.. qué bueno que no falte trabajo, compañía ni alegría
Un abrazo

Jo dijo...

coincido com mi vecina, que más puede uno pedir en la vida, un trabajo que te guste y te llene, una familia maravillosa como la que tienes, y los mejores amigos a tu lado.